La silla subvierte lo tradicional silla de enea. Un pequeño asiento de madera que tradicionalmente se usaba para enseñar a los niños a comer en una mesa baja. En esta reinterpretación, la enea tejida se sustituye por…alambre de concertina oxidado, transformando un objeto de consuelo y aprendizaje en uno de hostilidad y dolor.

Esta pieza habla de la distorsión de la seguridad, la forma en que los espacios y objetos destinados a la crianza pueden corromperse y convertirse en fuentes de sufrimiento. El alambre afilado y corroído contrasta violentamente con el familiar marco de madera, creando una contradicción inquietante: una silla que invita, pero repele; un lugar destinado al crecimiento, pero lleno de peligro.

El miedo está profundamente arraigado en esta transformación. El acto de sentarse, antes instintivo, se convierte en una elección imposible, reflejando la experiencia de quienes, por circunstancias ajenas a su voluntad, se encuentran en entornos hostiles donde incluso las necesidades humanas más básicas, como el descanso y la alimentación, están plagadas de riesgos. La silla cuestiona los fundamentos de la seguridad y pregunta: ¿Qué ocurre cuando aquello que debería apoyarnos se convierte en aquello que nos hiere?